La lluvia dejó de caer por unos minutos y la temperatura baja en el patio del colegio. Dentro de las salas la situación es distinta. Los alumnos están abrigados y entusiasmados con lo que explican los profesores. Una joven maestra conversa con cinco niños. Tres de ellos llevan lentes. Los otros pasan sus manos sobre un libro. Al fondo hay algunos bastones apoyados contra la pared. Los cinco pequeños son ciegos.
Todos pertenecen al Colegio Santa Lucía, que la Fundación Luz mantiene en La Cisterna. Su historia partió en 1924, cuando Ester Huneeus -más conocida como Marcela Paz- fundó la primera escuela para no videntes de Latinoamérica en San Miguel. Ayer se cumplieron 27 años desde que la autora de Papelucho falleciera y 50 años desde que la Sociedad Protectora de Ciegos Santa Lucía fuera reconocida como colegio por el Ministerio de Educación.
A partir de 2002, la sociedad -quizás la obra más desconocida de la escritora- pasó a llamarse Fundación Luz, readecuó sus planes y programas de estudio e inauguró, en 2008, un moderno complejo en la calle Fernando Rioja. El establecimiento entrega una educación integral que, como primera meta, busca la autosuficiencia de sus alumnos y reconocerlos como personas capaces de insertarse en la sociedad. Acá el paradigma del “pobre ciego” no existe.

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